La semana insoportable que viví a causa del calor no se puede explicar y creo que cualquier ser humano que habita en buenos aires, se sintió igual o peor que yo con este calor insostenible.
Hoy, tenemos en la palma de la mano todo un universo que nos transforma diariamente. Aplicaciones que se encargan de llevar un orden de nuestras cosas, nuestras cuentas, las calorías y km recorridos durante el día y así una lista extensa. Pero la que más hace ruido, son las aplicaciones para encontrar a esa persona del sexo opuesto o del mismo sexo para encontrarse, conocerse y que se de lo que tenga que darse.
Volviendo a la charla que tuve el viernes, nos planteamos que tan frías son esas aplicaciones, que tan lejos estamos de la realidad. Hoy todo lo tenemos a un clic, pero, aun así, somos todos desconocidos, estamos ahí buscando algo que ni siquiera nosotros mismos sabemos que es. Nos conformamos con una charla cliché, el famoso cuestionario de: ¿De dónde sos?, Que edad tenes? ¿A qué te dedicas? ¿Qué te gusta? ¿Qué no?… Pero nada de eso nos conforma, hay quienes buscan una salida para desahogarse hablando, hay otros que buscan una nueva piel donde refugiarse por un rato, otros tal vez anhelan ese deseo de encontrar la persona a fin y que prospere. Hay de todo, y a la vez no hay nada. Después de pensar eso, trate de hacer memoria y ubicarme un tiempo atrás, intentando hallar como antes la gente se intentaba conocer. Y acá otro gran dilema que debatimos en la mesa. Si quisiéramos intentar interactuar o conocer a alguien en algún bar, en el transporte público o una plaza, nos parecería casi terrible, primero desconfiaríamos si esa persona que se nos acerca y es muy probable que salgamos disparando de aquel lugar. Es inevitable que no se me venga a la cabeza escenas de películas, donde la gente se cruza, se choca y empieza un desencadenante de sucesos que los terminan uniendo al final. En el fondo, todos quisiéramos que ese personaje con el que nos identificamos, seamos nosotros y que nos sucedan esas cosas. Muy en el fondo existe esas ganas de que alguien se choque, nos guste y comencemos un dialogo, pero nosotros mismos a conciencia nos alejamos cada vez mas de aquellos encuentros fortuitos.
