No podía soportar la idea de tener que pasar días, semanas o meses sin él. No creía en aquello que estaba enterrado en mi alma, hasta que se apareció delante de mí.
Todavía recuerdo ese instante como si lo estuviera viviendo en este momento. Se giro apurado y se choco con mi cuerpo, me sentí la persona más pequeña del mundo a comparación de él, que parecía ser el rey de las alturas, su figura firme, casi perfecta para mis ojos. Recorrí con la mirada su vestimenta, sencilla pero lo hacía más hermoso que de costumbre. Venia sonriendo. Sentí un escalofrío, el mundo se desmoronaba a mi alrededor, sentí mi corazón latir con fuerza como nunca. Sus ojos buscaron los míos en milésima de segundos, sonreí como una tonta sin poder reaccionar, sabía que ese es el hombre que busque durante vidas y vidas. Sabía que este encuentro, no es casual. Agarro mi mano como si nada, su calor se entrelazo con el mío. Seguía observando su mirada, estaba perdida, me dejo ver mas allá, me hundí dentro de su alma en segundos, vi que sufría, sentí ese vacío enorme que lleva en su corazón. Me habló, pero apenas pude decir un algo, su presencia inmovilizaba mi cuerpo. Necesitaba saber que más había en él. Saco un pañuelo de su bolsillo, pero lo volvió a guardar. Esa misma mano, se aproximo a mi rostro, con un movimiento delicado su dedo seco mis lágrimas. Me sostuvo de la barbilla para levantar mi cabeza, imponiéndome que lo mire. Sentía tan lejano su rostro, su mano se hunde en mi cabello lacio, se deja llevar acariciándolo. Su mirada avanzaba cada vez más, su boca queda a la misma altura que la mía, a penas parpadeaba. Devorando aquel momento, sus labios se despegan, decididos a darme ese ansiado beso. El ritmo de ese beso se vuelve acelerado, casi incontrolable. Su boca buscaba mi cuello y volvia al punto de partida una y otra vez. Nuestras manos se prenden al cuerpo del otro, como si fuéramos dos animales salvajes, tratando de calmar el hambre. Nuestras miradas, siguen fijas, no quieren descansar, simplemente quieren capturar este instante. No se si fueron horas, minutos o segundos. Era un instante eterno, mágico el que vivimos en algún lugar especial, donde cada noche deseo volver a encontrarlo. Me conformo con saber, que su perfume está flotando en el aire, eso es como un mimo para mi alma.
L’ultima notte al mondo io, la passarei con te
Cancion: L´ultima notte al mondo
Artista: Tiziano Ferro
BLOG | Chica con ojos de ayer - De Florencia Lema