Las semanas pasaban y con ellas se iba desvaneciendo aquel sonido que aturdía mi ser. Intentando de mil maneras que me salga del camino, que tropiece con mi propio muro. Pero no logró su cometido, había una fuerza interna que me ayudaba a resistir ante tanto ruido ensordecedor.
Cuando todo se volvía oscuro, allí descansaba en soledad, allí hablaba con mi alma, manifestándole mis emociones, mis miedos, mis dudas. Me quedaba escuchando mi propia respiración. Me hundía cada vez mas entre aquellas almohadas que acumulan sueños noche a noche, hacia días que no lograba descansar como una persona normal, apenas un par de horas y amanecía en penumbras, agitada, con la necesidad de escuchar el latido de un corazón para calmar mi exaltación, para volver a descansar. Y en esas horas que podía conciliar el sueño, era inevitable que no falte a la cita su presencia. Merodea una y otra vez ante mis ojos, cada imagen es una pieza que no termina de encajar en este rompecabezas. Nada de su ser, encaja en mi vida. Pero aún así algo se empeña en mostrarme en reiteradas ocasiones que hay algo ahí que nos atrae, que nos empuja a ir al vacío juntos. Ese vacío se transforma en un lugar lleno de pedacitos nuestros que nos iluminan a diario. No hacemos mas que unir dos cuerpos hechos trizas, en silencio, con miradas que aturden, nos envolvemos mutuamente. Cada uno sabiendo que no hay mucho para hacer, mas que dejarlo ser. Cada uno calla su dolor, oculta sus miedos, pero todo esta ahí flotando, aunque no quisiéramos.Y así nos pasamos el tiempo, uniendo fisuras y dejando que se desarmen nuevamente una y otra vez. No nos cansamos de aquello, nos amoldamos a una nueva forma, sin esperar absolutamente nada. Y de fondo, un único corazón latiendo acompasado, mientras se tocan el alma y se esfuman por el miedo que los acorrala.
Cuando todo se volvía oscuro, allí descansaba en soledad, allí hablaba con mi alma, manifestándole mis emociones, mis miedos, mis dudas. Me quedaba escuchando mi propia respiración. Me hundía cada vez mas entre aquellas almohadas que acumulan sueños noche a noche, hacia días que no lograba descansar como una persona normal, apenas un par de horas y amanecía en penumbras, agitada, con la necesidad de escuchar el latido de un corazón para calmar mi exaltación, para volver a descansar. Y en esas horas que podía conciliar el sueño, era inevitable que no falte a la cita su presencia. Merodea una y otra vez ante mis ojos, cada imagen es una pieza que no termina de encajar en este rompecabezas. Nada de su ser, encaja en mi vida. Pero aún así algo se empeña en mostrarme en reiteradas ocasiones que hay algo ahí que nos atrae, que nos empuja a ir al vacío juntos. Ese vacío se transforma en un lugar lleno de pedacitos nuestros que nos iluminan a diario. No hacemos mas que unir dos cuerpos hechos trizas, en silencio, con miradas que aturden, nos envolvemos mutuamente. Cada uno sabiendo que no hay mucho para hacer, mas que dejarlo ser. Cada uno calla su dolor, oculta sus miedos, pero todo esta ahí flotando, aunque no quisiéramos.Y así nos pasamos el tiempo, uniendo fisuras y dejando que se desarmen nuevamente una y otra vez. No nos cansamos de aquello, nos amoldamos a una nueva forma, sin esperar absolutamente nada. Y de fondo, un único corazón latiendo acompasado, mientras se tocan el alma y se esfuman por el miedo que los acorrala.
Mi voz le llegará, mi boca también. Tal vez le confiaré que eras el vestigio del futuro.
Que sombra extraña te ocultó de mi guiño, que nunca oíste la hojarasca crepitar?
Pues yo te escribiré, yo te haré llorar. Mi boca besará toda la ternura de tu acuario.
Pues yo te escribiré, yo te haré llorar. Mi boca besará toda la ternura de tu acuario.
Canción: Los libros de la buena memoria (Cover)
Artista: Gustavo Cerati
BLOG | Chica con ojos de ayer - De Florencia Lema