Los insomnios volvieron a la carga una vez mas. Con ellos vienen instantes fugaces como si fuera ayer. Nítidos, con una carga de sensaciones que no se explican. Ahí estaba poseída por el mismo deseo, un deseo que iba en creciente. No había manera de frenar aquella tortura porque era una adrenalina inexplicable. Rozaba el dolor cabeza a cabeza con el placer, ganaba el placer. Siempre ganaba el placer.
Retorcida de mil formas, eso era el éxtasis que siempre quise y nunca encontré. Hasta que hallé el veneno y el antídoto, en una sola persona. Arrancándome las vendas, conociendo mis demonios, me desnudo el alma al punto de dejarme conmigo misma. Alejándose en silencio y así como se alejaba volvía una y otra vez en silencio, como si nada.
Ahí estábamos, nos atraíamos mutuamente y nos alejábamos lo suficiente por idiotas. Solo dos idiotas pueden hacer todo lo posible para evitar algo mientras que el mismo universo se encarga de acomodar esas piezas que desparramamos apropósito. El universo nos vuelve a llevar al punto de partida, como empecinado por querernos enseñar algo que ninguno ve. Regresamos, pero cada regreso tiene algo diferente. En cada regreso hay un cambio inevitable que queda al descubierto.
Pero seguimos siendo los mismos idiotas que en aquel momento. Queriendo controlarlo todo para que no se altere ese entorno que desaparece cada vez que nos unimos.
Nos prometimos el AHORA. Un AHORA que no deja de provocar contradicciones, el AHORA que no fue en el pasado ni va a ser en un futuro. Porque ese es el destino de esa promesa, solo el AHORA. Tiene una carga importante este AHORA y a veces da miedo no saber como va a manifestarse ese cúmulo de intensidades que se van ampliando con el correr de los días.
Mientras tanto, me refugio en esos momentos que fueron la gloria, porque por primera vez, pude ser yo.
Retorcida de mil formas, eso era el éxtasis que siempre quise y nunca encontré. Hasta que hallé el veneno y el antídoto, en una sola persona. Arrancándome las vendas, conociendo mis demonios, me desnudo el alma al punto de dejarme conmigo misma. Alejándose en silencio y así como se alejaba volvía una y otra vez en silencio, como si nada.
Ahí estábamos, nos atraíamos mutuamente y nos alejábamos lo suficiente por idiotas. Solo dos idiotas pueden hacer todo lo posible para evitar algo mientras que el mismo universo se encarga de acomodar esas piezas que desparramamos apropósito. El universo nos vuelve a llevar al punto de partida, como empecinado por querernos enseñar algo que ninguno ve. Regresamos, pero cada regreso tiene algo diferente. En cada regreso hay un cambio inevitable que queda al descubierto.
Pero seguimos siendo los mismos idiotas que en aquel momento. Queriendo controlarlo todo para que no se altere ese entorno que desaparece cada vez que nos unimos.
Nos prometimos el AHORA. Un AHORA que no deja de provocar contradicciones, el AHORA que no fue en el pasado ni va a ser en un futuro. Porque ese es el destino de esa promesa, solo el AHORA. Tiene una carga importante este AHORA y a veces da miedo no saber como va a manifestarse ese cúmulo de intensidades que se van ampliando con el correr de los días.
Mientras tanto, me refugio en esos momentos que fueron la gloria, porque por primera vez, pude ser yo.
Canción: Cuando Regreses
Artista: Santiago Cruz
BLOG | Chica con ojos de ayer - De Florencia Lema