+ Un tobogan de emociones [OFF]

Ya es costumbre que llega esta época del año donde uno se pone a hacer ciertos balances. Como estuvo la vida en todos los aspectos (Personal, Laboral, Amoroso).
Y siempre tocamos ese hilo finito sobre lo que se pudo lograr en el año, lo que quedo a medias y lo que nos quedó pendiente.
2016 fue un año cual tobogán que un niño sube medio temeroso y termina lanzándose con ese “Cuiqu
i” donde a medida que te deslizas, perdes esa sensación y se transforma en una satisfacción.
Empezas el año bien arriba y un par de meses después, te llega el cimbronazo que termina de hundirte en lo más profundo de tu propio jardín. De golpe, todo lo que parecía luz se vuelve oscuridad. En ese estado lo único que haces es preguntar ¿Por qué?. Uno empieza a rever lo que sucedió, como, cuando, donde. Pero aun así la respuesta no aparece y no sé si existe.
Cuando sentís que tocas fondo por un tiempo, reconoces cosas que tal vez en esa rutina enfermiza no la observabas con detenimiento.
Llega alguna distracción, algún mimo para el alma pero como llega se va, como todo en esta vida.

Y a veces lo que se va, es una posibilidad para aquellas cosas que tienen que venir, para bien o para mal. Cambios, estamos en un constante cambio y no nos damos cuenta. Se hace más visible cuando apagamos el motor que esta encendido las 24 hs y vemos a nuestro alrededor como cambia momento a momento todo.
Llegar a un nuevo lugar, con un grupo de gente nueva que intenta adaptarse de la mejor forma al otro y viceversa, tener un anhelo de que ese nuevo lugar, sea como esa segunda casa pero no siempre hay posibilidades de dar con la tecla correcta, es volver a empezar y luchar contra aquello que nos parece injusto, imponiendo un estilo que veníamos arrastrando hace años, pretender que ese modelo cambie de un día para el otro, es casi imposible. Lleva tiempo, como todo en esta vida. La vida y el tiempo, un dilema para abordar en otro momento pero no puedo dejar de nombrarlo, porque se me va la vida, en ese “tiempo” invisible, sin darnos cuenta dejamos de hacer lo que nos da placer, para ser parte de una máquina que no deja de funcionar, nos volvemos esclavos de ese estilo de vida, tan vacío y tan careta. Hay una guerra declarada, entre ese modelo, con todo lo que lo compone y la visión de otra vida que quiero, pero por tomar decisiones que se presentan a diario, nos quedamos entre la espada y la pared.
Y falta ese empujón para poder lograr ese cambio radical que tanto desea el alma, pero no llega, porque el ser humano es cobarde, enfrentarse a lo desconocido, quedarse a la deriva en ciertas cuestiones lo asustan, lo paralizan. Y ahí estamos, caminando en esa cuerda floja como lo hace ese payaso en el circo ante la vista de todo el mundo. Logrando atravesarla, dando su mejor actuación. No es el caso, nos aferramos a eso que nos rodea, a eso que creemos que nos hace bien. Aferrarse no está bueno, pero nos enseñaron a que las cosas “tienen que ser así” y no, el alma nos sacude diciendo que hay otra forma, que no todo es un manual de instrucciones, que tenemos que improvisar, surfear un rato entre tantas olas, caernos y levantarnos no una, sino mil veces para sentir que hay algo que vive dentro nuestro.
Rebelarse ante aquello que nos parece injusto o que va en contra de nuestros pensamientos es una forma de demostrarnos a nosotros mismos que estamos vivos. Buscamos a diario esa prueba que nos da la seguridad de seguir, siempre estamos en busca de esa aprobación directa o indirectamente ¿Por qué?
Estamos aprobados desde el minuto cero, saber que somos capaces, que no nos limitamos. Hay límites, siempre los hay, pero nada que no pueda sobrellevarse de la mejor forma.
Queremos tirar la toalla, pero no sirve de nada. Es por eso que algo se activa en nosotros y nos hace accionar ante aquello que vemos imposible. Avanzamos con un cumulo de cosas que cargamos a diario y vamos a por ello.
Este año me abrió los ojos más de los que hubiera querido. Este año me demostró que podemos estar en la cima y de un momento a otro podemos estar 3 metros bajo tierra. Pude ver cosas que ignoraba, mejorar otras que me llenaban de cortocircuitos.
Aprendí mucho de aquellos que me rodearon a lo largo de todo este año, algunos llegaron y se quedaron, otros se fueron, otros tal vez son esa luz intermitente que necesitamos a veces para saltar esa ola enorme que se aproxima. Y estoy agradecida por cada persona que se hizo presente en este año tan particular.
Mis deseos siempre van a ser los mismos, no cambian mucho como cambian los seres humanos.
Una nueva hoja en blanco está frente a mis ojos, cierro el cuaderno 2016 que me dio un tobogán de emociones inexplicables. Y me dispongo a dibujar un 2017 con el mismo lápiz que use en todo este tiempo con la intención de que superen las cosas del año que se va.


Artista: Muse
Cancion: Invincible

BLOG | Chica con ojos de ayer - De Florencia Lema

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